miércoles, 18 de abril de 2012

Intuición


Algunas grandes mentes aseguran que el egoísmo es el camino más corto hacia el progreso humano. Que perdonar a los que roban millones al conjunto de ciudadanos mediante prácticas deshonestas es una buena medida. Que de nada sirve comprometerse en luchas sociales cuando el resultado será el mismo contigo o sin ti. Dicen, aunque quizás sean otros,  que todos tenemos derecho a cazar paquidermos si nos apetece. Comprensible les resulta que otras personas en edad de jubilación paguen por sus medicamentos, sin importar que su pensión no les alcance para comprar más allá de las ofertas del supermercado.

Perderá aquella generación que no salga a jugar pensando que,a pesar de las derrotas, es posible ganar. “El fútbol es la guerra organizada” escribió alguien en la dedicatoria de un libro. A veces, en Alcorcón ganan cuatro a cero.  
Creo en esa generación con ilusiones, sensible e incontrolable, capaz de intuir que los miles de desahuciados no pueden ser los culpables. Personas que desconfían de aquellos que,  siguiendo ese mal hábito de no renegociar deudas, obligan a familias a abandonar sus casas. Porque aquellos que firmaron contratos también tienen derecho a soñar y a que sus hijos disfruten de oportunidades. Lo confieso, estoy con los que algunos llaman vagos, porque quieren vivir con tiempo para algo más que para trabajar.  Con los que se negarán a dejarse asustar por aquellos a los que no les gusta la protesta, a los que inquieta una sociedad crítica.Aquellos que ven eficiencia en la masificación de las clases. Lujos insostenibles para los otros de los que no privarán a su familia. Intentarán crear dudas ante la clara injusticia recordándonos su complejidad, el carácter inaccesible para no iniciados. Piensan que es hora de ayudar a los que nos golpean por el bien de todos.

Mi intuición me dice que algunos acabarían más doloridos, como siempre. Es tiempo de cambiar, radicalmente, cuidando los compañeros de viaje. Quiero estar al lado de los que viven sus valores sin callarse por la presión de unas siglas. Aunque quieran dejarnos sin sueños, no nos quitarán la posibilidad de imaginar otras alternativas. Alternativas que podemos construir día a día. El miedo, la incertidumbre, la distancia o la perspectiva de un fracaso posible no deben servir para mantenernos alejados. Estamos condenados a estar juntos. Es hora de cambiar el mundo y sabes por donde comenzar.