lunes, 27 de agosto de 2012

Una mirada a la política neozelandesa

A finales del pasado mes de Mayo, cientos de estudiantes universitarios bloquearon la calle principal de Auckland, la ciudad más poblada de Nueva Zelanda. Los jóvenes protestaban por los recortes en educación anunciados por el gobierno del conservador John Key, al considerar que las medidas anunciadas conducirían a la exclusión de los estudiantes con recursos económicos reducidos. Sin embargo, las concentraciones estudiantiles no han sido el único movimiento ciudadano descontento con la situación actual.

La campaña ´Keep our assets´, iniciativa ciudadana que lucha para evitar la privatización de las compañías eléctricas y la aerolínea nacional, ha conseguido numerosas adhesiones. Sus integrantes defienden la titularidad pública de los recursos mencionados, al considerar que la privatización conllevaría el lucro de unas pocas personas en detrimento del bienestar colectivo.
Los laboristas neozelandeses , principal partido de la oposición, han participado activamente en las movilizaciones. Arrastran, sin embargo, la falta de credibilidad asociada al periodo de privatizaciones y aplicación de recetas económicas neoliberales, conocido como Rogernomics.
Tras la marcha de la carismática Helen Clark, antigua primera ministra y actualmente directora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Partido Laborista de Nueva Zelanda atraviesa una etapa complicada. En las últimas elecciones de 2011, las segundas que ganan los conservadores del Partido Nacional, sufrieron una importante pérdida de votos.  Una parte importante de los votantes laboristas descontentos se refugiaron en el Partido Verde, convertido en tercera fuerza política del país, tras recibir un fuerte apoyo por parte de la clase media.

El pasado 16 de Junio, cientos de personas originarias de las islas del Pacífico participaron en una manifestación en el centro de Auckland.  Los manifestantes, un considerable porcentaje de los cuales han nacido en Nueva Zelanda, expresaron su descontento por la situación que padecen sus comunidades. Reclamaban viviendas asequibles, mejor educación, asistencia sanitaria de calidad, un sistema de justicia equitativo y trabajo.

También la población maorí, que constituye alrededor del quince por ciento de la población neozelandesa y mantiene peores indicadores socioeconómicos que sus compatriotas de origen europeo, sigue luchando por conquistar derechos. Curiosamente, el populista New Zealand First, cuarta fuerza política del país, cosechó una importante porción del voto maorí en las últimas elecciones.

Además del Partido Laborista, tradicional receptor del apoyo electoral maorí, dos partidos compitieron en la última consulta electoral por el voto indígena: el Partido Maorí  y el Partido Mana.
Completan el parlamentario salido de las elecciones del pasado 26 de noviembre, los liberales de ACT (siglas en inglés) y el partido de origen cristiano, Futuro Unido.

El último gran debate nacional que completa el interesante panorama político neozelandés hace referencia a la posible aprobación de una norma que regule el matrimonio entre personas del mismo sexo. Un debate de resultado incierto, a pesar de sondeos favorables y un abrumador apoyo entre la población joven. 

*Publicado en Miradas de Internacional